miércoles, 23 de noviembre de 2011

O blanco, o negro.

Me gustaría averigüar porqué el ser humano se empeña en dividir el mundo en extremos opuestos, en dos mitades, en dos polos, .. O si es una tendencia de TODOS los seres humanos, y no una particularidad de la cultura occidental.

Incluso entre la comunidad científica, que aún se mueve en paradigmas positivistas, materialistas y racionales, cuyo afán, supuestamente es el de escudriñar la verdad, desmenuzar la Naturaleza hasta poder medir y cuantificar el más recóndito misterio de la misma. Sin embargo, cuando de aplicar la investigación, los métodos de medición o la estadística en campos poco explorados hasta ahora... muchos llamados "científicos serios" se llevan las manos a la cabeza. En cuanto alguien con formación académica o no, pretende acercarse a lo intangible, a aquello que no se observa con los cinco sentidos, queda automáticamente descalificado y rechazado.

Es decir, la ciencia clásica ( la del círculo de Viena), rechaza la fe, la creencia sin bases experimentales y comprobadas empíricamente. Pero cuando se pretende explorar y medir (según sus postulados) algo desconocido, bien sea para comprobar que es real, o para descartarlo, se alzan voces desprestigiando este proceder, por considerarlo poco adecuado.

Valga este ejemplo, que demuestra la dificultad de intentar estudiar fenómenos todavía poco manejados en la vida diaria, pero fácilmente encajables en las teorías científicas del siglo pasado y del actual. La Física ha demostrado la existencia de ciertas fuerzas magnéticas y energéticas, pero al parecer, sólo se las puede estudiar en el aspecto teórico, no en su posible aplicación práctica. Increíble.

FERRAN COSCULLUELA
GIRONA

Tenía que ser un posgrado sobre el efecto de las radiaciones y los fenómenos electromagnéticos en personas y edificios, y ha acabado fulminado por una cibercampaña de protesta que califica el contenido del curso de «pseudociencia». La Universitat de Girona (UdG) suspendió ayer el posgrado en Salud y Armonía del Hábitat, un curso de 120 horas dirigido a arquitectos, ingenieros, interioristas, constructores y personal sanitario, que costaba 1.170 euros y debía empezar el 27 de enero. «El curso se ha cancelado por la polémica que se ha levantado, pero en ningún momento se cuestiona su validez científica», según fuentes del rectorado. Entre los profesores figuraban arquitectos, psicólogos, osteópatas e investigadores como Enric Aulí, ambientalista y experto en bioconstrucción y geobiología (que entre otros aspectos estudia las geopatías o lugares donde la emisión de radiaciones electromagnéticas terrestres puede afectar a la salud); Carles Frigola, médico orgonómico (especialidad que trata las contracciones crónicas que interfieren el libre flujo de energía orgónica del cuerpo humano), y Josep Vilardebó, experto en radiestesia (técnica ancestral para medir la radiación de la Tierra). Entre las asignaturas del temario más criticadas estaban La razón del hábitat. Conciencia global holística; Geobiología y salud; Electromagnetismo y estrés ambiental; Cristalización sensible; Resentir y transmutación patológica, yDetección de ondas de forma.

«Inicié la recogida de firmas el día en el que recibí un correo electrónico de la UdG con información del curso, porque una universidad que supuestamente debe promocionar el progreso y la cultura pierde toda su credibilidad al apoyar un curso basado en mentiras cobradas a precio de oro, en lugar de promover la investigación rigurosa», explica Alberto Fernández Sierra, ingeniero técnico en Electrónica Industrial por esa universidad.

Desde una página de la web Actuable, Alberto abrió una recogida de adhesiones para pedir la anulación del posgrado. Cada vez que un usuario activaba el formulario para apoyar la campaña, se mandaban sendos correos electrónicos a la rectora, Anna Maria Geli, y al responsable de la fundación de la UdG, Joan Saurina, que gestionaba el curso. Un alud de protestas enviadas por más de 1.300 personas colapsaron sus buzones en pocos días. Fernández también ha contado con el apoyo de la Associació Catalana per a la Comunicació Científica (ACCC), que considera que la universidad no puede impartir asignaturas «que no están avaladas por el método científico», explicó ayer la directora, Cristina Ribas.

«Inquisición» académica

Por el contrario, Miquel Àngel Chamorro, director del departamento de Arquitectura e Ingeniería de la Construcción de la UdG, defiende el curso y critica que el boicot haya sido impulsado por alguien que carece de conocimientos sobre edificación: «El uso de palabras como pseudociencia nos hace retroceder hasta la edad media, cuando la inquisición borraba del mapa todo lo que le molestaba y que iba contra el poder preestablecido. Si este curso estuviera en la línea que indica Fernández, deberíamos aceptar que los arqueólogos son una especie de brujos porque usan el georradar para localizar restos».

Tanto Chamorro como el doctor en Arquitectura Gabriel Barbeta, coordinador del posgrado, aseguran que la bibliografía sobre estos temas es muy extensa y cada vez aparecen más estudios. «Hablar de campos electromagnéticos no es hablar de magia negra», sostiene Barbeta.

http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/guardianes-ciencia-1232500



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